lunes, octubre 17, 2005

Filosofía del satanista

by KATUN13 (Red Satánica 19/06/05)

¿Por qué fue expulsado Adán del paraiso?

Adán fue el primer hombre, pero no porque fuese el primero probablemente, antes que él hubo muchos otros; por tanto, la historia no los puede recordar, no tienen ego, sino porque fue el primero en decir «no». Y a mi parecer, ¿cómo va a ser Adán el primer hombre? Seguramente hubo millones de hombres antes que él, pero ninguno de ellos dijo «no». No podían conver¬tirse en hombres, no podían convertirse en egos.

Adán dijo «no». Sufrió por decirlo, por supuesto; fue expulsado del jardín de la felicidad.

Adán es un hombre y todos los hombres son como Adán. La infancia es el Jardín del Edén. Los niños son tan felices como los animales, tan felices como los hombres primitivos, tan felices como los árboles. ¿Habéis observado a un niño correr entre los árboles o en la playa? Todavía no es humano. Sus ojos siguen siendo transparentes pero es inconsciente. Tendrá que salir del Jardín del Edén. Este es el significado de la expulsión de Adán del Jardín del Edén, ya no forma parte de la felicidad inconsciente. Al comer la fruta del árbol de la sabiduría se ha vuelto consciente. Se ha convertido en un hombre.

No es que Adán fuese expulsado una vez, sino que cada Adán deberá ser expulsado de nuevo. Cada niño deberá ser expulsado del jardín de los dioses; forma parte del aprendizaje. Es el dolor del aprendizaje. Hay que perderlo para volverlo a encontrar, para encontrarlo conscientemente. Esta es la carga del hombre y su destino, su tormento y su libertad, el problema y a la vez la grandeza del hombre.

¿Por qué nunca estoy satisfecho con lo que soy y con lo que la existencia me ha otorgado? Siempre estoy bus¬cando algo mejor para hacer, ser otra persona, cuando alguien tiene más que yo, quiero tener mas que él. Como dice el refrán, la hierba siempre está más verde del otro lado de la valla». ¿A qué se debe esto?

Esto se debe a que te han confundido. Has sido dirigido hacia un lugar distinto al que la naturaleza había pensado para ti. No estás yendo hacia tu propio potencial. Estás intentando ser lo que los demás quieren que seas, pero esto no te puede satisfacer. Cuando no es satisfactorio, la lógica dice: «Quizá no sea suficiente; toma un poco más.» Entonces, sigues buscando; empiezas a mirar a tu alrededor. Todo el mundo aparece con una máscara sonriente, feliz, porque todo el mundo está engañando a los demás. Tú también te presentas con una máscara; los demás creen que eres más feliz. Y tú te crees que ellos son más felices.

La hierba parece más verde al otro lado de la valla.... pero desde ambos lados. A los que viven al otro lado de la valla les parece más verde tu hierba. Realmente parece más verde y más fuerte, mejor. Este es el equívoco que provoca la distancia. Cuando te aproximas, empiezas a comprobar que no es así. Pero las personas guardan las distancias entre ellos. Incluso los amigos, hasta los amantes se mantienen a cierta distancia; demasiada proximidad podría resultar peligrosa, podrían entrever tu realidad.

Te han engañado desde el principio, de modo que, hagas lo que hagas, seguirás siendo desdichado. La naturaleza no entiende de dinero, si no, el dinero crecería en los árboles. La naturaleza no entiende de dinero; el dinero no es más que una invención del hombre, útil pero peligrosa. Cuando ves a alguien que tiene mucho dinero piensas que quizá el dinero da la felicidad: «Fíjate en esa persona, parece muy feliz», por eso corre detrás del dinero, Hay alguien que tiene mejor salud, corre tras la salud. Si al¬guien hace cualquier cosa y parece muy contento, síguele.

Pero siempre son los demás, y la sociedad lo ha organizado de tal forma para que nunca te fijes en tu propio potencial. La desgracia es que no estás siendo tú mismo. Sé tú mismo y dejará de haber desdicha, competencia y preocupación porque los demás tengan más que tú.

Si quieres que la hierba sea más verde no hace falta que mi¬res al otro lado de la valla; puedes conseguir; que la hierba sea más verde de este lado de la valla. Conseguirlo es muy sencillo. Pero estás mirando en todas las direcciones y todos los prados tienen buen aspecto, menos el tuyo.

El hombre debe basarse en su propio potencial, sea cual sea, y nadie debería darle órdenes, guiarle. Deberían de ayudarle, vaya donde vaya o se convierta en lo que se convierta. Y enton¬ces el mundo estará tan contento que no te lo podrás creer.

Nunca he sentido descontento, ni siquiera en mi infancia, por la sencilla razón de que nunca he permitido que nadie me distrajera de lo que estaba haciendo o intentando ser. Eso me ha ayudado inmensamente. Ha sido difícil, las dificultades se han ido incrementando y ahora el mundo entero está en mi contra. Pero no me molesta. Soy completamente feliz, estoy contento. No puedo imaginarme que hubiese sido de otra manera. En cualquier otra situación habría sido desgraciado...

El mundo está contra la individualidad. Está en contra de tu ser natural, de que seas simplemente.

Quiere que seas un robot, y como has aceptado serlo ahora tienes dificultades. No eres un robot. La intención de la natura¬leza no era convertirte en un robot. Y por eso, como tu destino no era ése, estás permanentemente buscando: «¿Qué me falta?

Quizá unos muebles mejores, unas cortinas mejores, una casa mejor, una esposa mejor, un trabajo mejor ... » Lo intentas durante toda tu vida, corriendo de un sitio a otro. Pero la sociedad te ha confundido desde el primer momento.

Mi esfuerzo consiste en que volváis a vuestro ser, y de repente os daréis cuenta de que ha desaparecido todo el descontento. No hay necesidad de ser más, ya eres suficiente. Todo el mundo es suficiente.


¿Por qué me resulta tan difícil quererme?


Los niños nacen con un enorme amor hacia sí mismos. Es la sociedad la que destruye ese amor, es la religión la que destruye ese amor, porque si el niño se sigue amando a sí mismo, enton¬ces, ¿quién amará a Jesucristo? ¿Quién amará al presidente? ¿Quién amará a sus padres? El amor de un niño hacia sí mismo ha de ser desviado. Hay que condicionarle de manera que su amor se dirija siempre hacia un objeto externo. Esto hace al hombre muy pobre, porque cuando quieres a alguien externo a ti -ya sea Dios, el Papa, tu padre, tu esposa, tu marido, tus hijos, cualquiera que sea el objeto de tu amor, te vuelve dependiente de ese objeto. A tus propios ojos te conviertes en algo secundario, te conviertes en un mendigo.

Al nacer eras un emperador totalmente satisfecho contigo mismo. Pero tu padre quiere que le quieras, tu madre quiere que la quieras. Todos a tu alrededor se quieren convertir en objeto de tu amor. A nadie le preocupa que si un hombre no puede amarse a sí mismo tampoco será capaz de amar a nadie. De modo que se crea una sociedad enloquecida, donde todo el mundo intenta querer a alguien, sin tener nada que dar. Y la otra persona tampoco tiene nada que dar. ¿Por qué están los amantes continuamente peleando, discutiendo, molestándose? Por la sencilla razón de que no están consiguiendo lo que pensaban obtener. Ambos son mendigos, ambos están vacíos.


A un niño debidamente educado se le debe permitir crecer en amor hacia sí mismo, de forma que esté tan lleno de amor que compartirlo se convierta en una necesidad. Está tan repleto de amor que quiere compartirlo con alguien. Entonces, el amor nunca te hará depender de nadie. Tú eres el que da, y el que da nunca es un mendigo. Y el otro también da. Y cuando se en¬cuentran dos emperadores, dueños de sus propios corazones, se produce una inmensa alegría. Nadie depende de nadie; todo el mundo es independiente e individual, centrado en sí mismo, arraigado en sí mismo. Sus raíces van hasta el fondo de su propio ser, de donde brota el néctar llamado amor hacia la superficie y florece con miles de rosas.

Este tipo de persona no ha sido posible hasta el momento por culpa de vuestros profetas, de vuestros mesías, de vuestras encarnaciones de Dios y todas las demás clases de idiotas. Os han destruido en beneficio de su gloria, de su propio ego. Os han machacado completamente.

Tiene una lógica. 0 bien el mesías, el salvador, se convierte en el objeto de tu amor, y tú no eres más que una sombra siguiéndole ciegamente, o bien estás totalmente satisfecho, rebo¬sando amor y floreciendo con miles de rosas, y en ese caso, ¿quién quiere ser salvado? Ya estás salvado. ¿A quién le interesa el paraíso? Ya estás en él.

Cuando aprendas a amarte a ti mismo desaparecerán los sacerdotes, los políticos se quedarán sin seguidores; todos los intereses creados de la sociedad irán a la bancarrota. Se aprovechan de ti de una forma psicológica muy sutil y por eso prosperan.

Pero aprender a amarse no es difícil, es natural. Si has con¬seguido hacer algo antinatural, como aprender a querer a los demás sin quererte a ti mismo, entonces lo otro es sencillo. Has hecho casi lo imposible. Sólo se trata de una cuestión de comprensión, una comprensión muy simple, que es: «Debo amarme a mí mismo; de lo contrario, me perderé el sentido de la vida. No creceré, sino que envejeceré. No tendré individualidad. No seré auténticamente humano, digno, íntegro.»

Por otra parte, si no te amas a ti mismo no puedes amar a nadie más en el mundo. Muchos de los problemas psicológicos aparecen porque has sido alejado de ti mismo. Eres «indigno», no eres lo que deberías ser; debes rectificar tus actos. Te tienes que amoldar a una personalidad determinada.

En Japón hay árboles de cuatrocientos años cuya altura no llega a los quince centímetros. Ellos lo consideran una forma de arte. ¡Esto es un asesinato, un verdadero asesinato! El árbol pa¬rece viejo pero sólo mide quince centímetros. Habría medido cincuenta metros, tratando de alcanzar las estrellas. ¿Qué le han hecho? ¿Qué estrategia han usado? La misma que se usa contra la humanidad, contra los seres humanos. Colocan el árbol en un tiesto casi plano. Entonces, a medida que crecen las raíces se las van cortando, porque el tiesto casi no tiene fondo. Van cortando las raíces, y si las raíces no profundizan, el árbol no puede crecer. Se hace viejo pero no crece. Esto es exactamente lo mismo que se ha hecho con los seres humanos.

El amor hacia ti mismo es una necesidad básica para tu crecimiento. Por eso te enseño a ser egoísta, que es lo natural.

Vuestras religiones os han enseñado a ser altruistas, a sacrificaros por cualquier estúpido ideal: por la bandera, que sólo es un pedazo de tela podrida. Os sacrificáis por la nación, que no es más que una fantasía, porque en ningún lugar aparece la tierra dividida en naciones. Dividir la tierra en el mapa es una argucia de los políticos. ¡Te estás sacrificando por unas líneas dibujadas en un mapa! Mueres por tu religión: cristianismo, hinduismo, budismo, islamismo. Lo han hecho de tal forma que consiguen atrapar al individuo. Si mueres por tu patria te llamarán mártir. Sólo estás cometiendo un suicidio, y además, por un motivo ridículo. Si mueres por tu religión irás al paraíso, disfrutarás de eternas bendiciones. Te están manipulando. Pero hay algo básico en esta manipulación que es: no te ames a ti mismo; ódiate, porque no eres digno de nada.

Todo el mundo está lleno de odio hacia sí mismo. Y si te odias, ¿cómo crees que vas a encontrar a alguien que te quiera? Ni siquiera estás listo para quererte a ti mismo; es imposible que te quiera nadie. Has aceptado la idea de que no vales nada a menos que observes ciertas reglas, dogmas religiosos o ideas políticas.

Al nacer no eras cristiano ni católico; no naciste comunista. Cada niño viene al mundo como una tabula rasa, totalmente en blanco. No hay nada escrito -ni la Biblia, ni el Corán, ni el Gita ni el Capital-, no, no hay nada escrito. No trae consigo un libro sagrado, viene con la inocencia más absoluta. Pero su inocencia se convierte en el mayor problema porque está rodeado de lobos disfrazados de políticos, de sacerdotes, de padres, de profesores. Todos se abalanzan sobre tu inocencia. Empezarán a escribir co¬sas sobre ti y más tarde creerás que son tu legado. Han destrozado tu legado. Ahora ya pueden esclavizarte, convertirte en lo que ellos quieran. Si quieren que asesines a gente inocente...

Hay mafias religiosas, hay mafias políticas que se siguen aprovechando de ti. Tal vez sean enemigas la una de la otra, pero todas coinciden en un punto: no se debe permitir que el hombre se ame a sí mismo. Eso corta las raíces de su propio ser y entonces le convierte en un ser desvalido, desarraigado, un barco a la deriva; pueden hacer con él lo que quieran.

Los habitantes de este país (Estados Unidos) han matado a gente inocente, a los pobres de Vietnam. ¿Qué tenía que ver ese asunto con ellos? Y no solamente en uno de los bandos. Manda¬ron a su propia gente, que aún no había disfrutado de la vida, para matar y ser matados en nombre de la democracia, en nom¬bre de América. Pero, ¿por qué tenemos que sacrificarnos en el nombre de nadie? Los musulmanes y los cristianos han estado

luchando ' se han estado matando en el nombre de Dios. Ambos luchan y matan en el mismo nombre: Dios. ¡Qué mundo más extraño hemos creado!

Pero la estrategia es muy sencilla: destruye el amor que por naturaleza tiene cada ser hacia sí mismo, y se volverá tan indig¬no a sus propios ojos que estará dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir una medalla de oro, simplemente para sentirse un poco más valioso, para sentir que él también es alguien. ¿Veis

todos los galones de colores que llevan vuestros generales? ¿Qué clase de estupidez es ésa? A medida que el general se va aniqui¬lando, destruyendo, los galones van aumentando.

Puedes llevar todos esos colores en la camisa, no creo que haya ninguna ley que te lo impida, pero te dará un aspecto sencillamente ridículo. ¿No tienen los generales un aspecto ridículo? Son respetados, son grandes héroes. Y, ¿qué han hecho? Asesinar a muchas personas de vuestro país, asesinar a muchas personas de otros países. Son recompensados por esos asesinatos. ¿Habéis visto alguna vez una sociedad que recompense a los amantes? No, los amantes siempre son censurados. No hay ninguna sociedad que respete a los amantes; el amor es el anatema de la sociedad. Por tanto, lo primero que tienen que hacer los poderes establecidos es alejarte de¡ amor, y hasta el momento lo han conseguido.

Millones de años.... y el hombre sigue siendo un esclavo, sigue sintiendo en su interior un profundo complejo de inferioridad, de falta de dignidad, porque no es capaz de cumplir lo que se le exige. En realidad, todo lo que se exige es tan antinatural que no hay forma de cumplirlo. Los mesías se engrandecen cada vez más a costa de tu falta de dignidad, porque dicen, porque prometen que son los salvadores; dicen que te van a salvar. Tú no te puedes salvar. Nunca te han permitido que aprendieses a nadar. Por tu cuenta sólo te podrás ahogar.

Los políticos siguen dándote esperanzas de que pronto no habrá pobreza; sin embargo, la pobreza va en aumento. No está dis¬minuyendo, sino que está aumentando. Cada día mueren miles de personas en Etiopía. Y te sorprenderás: en América hay medio millón de personas que padecen de sobrealimentación, obesidad; cada vez son más gordos. En Etiopía la gente padece de raquitismo, pasan hambre y mueren. En América la gente muere de sobrealimentación, en Etiopía mueren porque no tienen nada de comer. ¿Os parece razonable el mundo que hemos creado?

Muy pronto la mitad de India estará abocada al mismo destino que Etiopía; y el gobierno de India está vendiendo trigo y exportándolo al resto del mundo. Sus propios habitantes van a morir y no en pequeñas cantidades. El 50 por 100 de India está en el límite, en cualquier momento se puede convertir en una Etiopía más grande. Pero los dirigentes políticos venden trigo a otros países porque quieren plantas nucleares, quieren energía atómica para poder competir en esta ridícula carrera que está teniendo lugar.

Todo esto sucede en nombre del altruismo. Quiero que seas absolutamente egoísta. Quiérete, sé tú mismo. No dejes que te distraiga ninguna persona, ya sea religiosa, Política, social o edu¬cativa. Tu responsabilidad primera no es hacia la religión ni hacia la nación, es hacia ti mismo. Y fíjate: si todo el mundo se ama y se cuida, su inteligencia llegará a la cima, su amor le desbordará. Para mí, la filosofía del egoísmo le hará realmente altruis¬ta porque tendrá tanto para compartir y para dar que dar será para él una alegría, compartir será una celebración, El altruismo sólo puede ser un derivado del amor hacia ti mismo.

Como no te quieres, te sientes débil, porque el amor es tu alimento, es tu fuerza. Naturalmente, ¿cómo puedes sentirte responsable? Sigues cargándole a otro con tu responsabilidad. Dios, el destino, o Adán y Eva son los responsables. La responsable es la serpiente, porque sedujo a Eva para que desobedeciera a Dios. ¿Te das cuenta de la idiotez de cargarle toda la responsabilidad a alguien? Una serpiente..., probablemente hace millones de años. He intentado conversar con una serpiente, con una culebra..., pero no hablan. De hecho, ni siquiera oyen. He descubierto que las serpientes no tienen oídos; los oídos no forman parte de su fisiología. Si no pueden oír, ¿cómo van a hablar? ¿Cómo pudieron persuadir a Eva? Pero tenemos que echarle la culpa a al¬guien. Adán se la echa a Eva. Eva a la serpiente. La serpiente, si pudiese hablar, se la echaría a Dios.

De esta forma, podemos seguir delegando nuestra responsabilidad sin comprender que no llegaremos a ser verdaderos individuos hasta que no nos hagamos responsables de nosotros mismos. Eludir la responsabilidad es destructivo para tu individualidad. Pero sólo puedes aceptarla si tienes un tremendo amor hacia ti mismo.

Acepto mi responsabilidad y me alegro de hacerlo. Nunca le he cargado mi responsabilidad a nadie porque eso es perder la libertad, es esclavizarse, es estar a merced de los demás. Sea yo quien sea, soy única y absolutamente responsable. Eso me confiere mucha fuerza. Me da raíces, me centra. Pero el origen de mi responsabilidad es que me amo. Yo también he tenido que pasar por el mismo tipo de explotación de masas. Pero dejé claro, desde el principio, que si me empujaban me negaría a entrar en el cielo. Por voluntad propia estoy dispuesto a ir al infierno. Por lo menos, mantendré mi independencia, será mi elección.

Mis padres, mis profesores y mis maestros se enfrentaban conmigo. Pero les dije: «Os aseguro que no puedo aceptar sobornos para convertirme en un esclavo. Prefiero sufrir durante toda la eternidad en los fuegos del infierno, pero seguiré siendo yo mismo. Al menos me quedará esa satisfacción: es mi elección, no me ha obligado nadie.»

Si te llevan prisionero al paraíso, ¿crees que lo disfrutarás? Ir al paraíso detrás de Jesucristo, de Moisés, de Buda o de Krisna..., ¿qué clase de paraíso es éste, donde se espera que creas con fe ciega, donde no puedes hacer preguntas, no puedes cuestionar nada? Ese paraíso es peor que el infierno. Pero la gente ha sido alejada de su verdadera naturaleza.

Quiero que vuelvas a casa. Respétate. Siente la alegría y el orgullo de saber que la existencia te necesita; de lo contrario, no estarías aquí. Celebra que la existencia no puede prescindir de ti. En primer lugar, ese es el motivo por el que estás aquí. La existencia te ha dado una oportunidad, una vida llena de tesoros inmensos que se esconden en tu interior: la belleza, el éxtasis, la libertad.

¡Pero no eres existencial Eres cristiano, budista, hindú. Y sólo quiero que creas en una cosa: en la existencia. No hace falta que vayas a la iglesia o a la sinagoga. Si no puedes experi¬mentar el cielo, las estrellas, el atardecer, el amanecer, las flores abriéndose, los pájaros cantando... ¡Toda la existencia es un ser¬món! No ha sido preparado por un estúpido sacerdote.... está en todas partes.

Sólo tienes que confiar en ti mismo, que es otra forma de de¬cir amarte a ti mismo. Y cuando confías en ti mismo y te amas, entonces, obviamente, te has responsabilizado de lo que eres, seas quien seas. Eso te da una experiencia del ser tan tremenda que nadie te podrá esclavizar de nuevo.

¿Puedes ver la belleza que hay en un individuo que es capaz de mantenerse erguido él solo'> Y pase lo que pase -alegría o tristeza, vida o muerte-, el hombre que se ama es tan íntegro que no sólo será capaz de disfrutar de la vida, sino también de la muerte.


Sócrates fue castigado por la sociedad. Es inevitable que las personas como Sócrates sean castigadas porque son individuos y no permiten que nadie les domine. Fue envenenado. Estaba tumbado en la cama mientras el hombre que tenía que darle el veneno lo estaba preparando. Atardecía, era la hora convenida. La corte había decidido la hora exacta, pero el hombre lo estaba retrasando. Sócrates le preguntó:

-El tiempo pasa, el sol se está poniendo, ¿por qué te estás retrasando?

Este hombre no podía creer que alguien que estaba a punto de morir fuese tan escrupuloso con la hora de su muerte. En realidad, debería estar agradecido por el retraso. Él adoraba a Sócrates. Le había oído hablar en la corte y había visto la belleza que había en él: él solo tenía más inteligencia que todo Atenas. Quería retrasarlo un poco para que Sócrates pudiera vivir un poco más, pero Sócrates no se lo permitió. Le dijo:

-No seas vago. Trae el veneno.

Mientras se lo estaba dando, le preguntó:

-¿Por qué estás tan emocionado? Te veo tan radiante, veo tanta curiosidad en tus ojos. ¿No te das cuenta? ¡Vas a morir!

Sócrates dijo:

-Eso es lo que quiero conocer. La vida ya la conozco. Ha sido hermosa; con todas las ansiedades y las angustias pero, a pesar de todo, ha sido un placer. Simplemente respirar es una gran alegría. He vivido, he amado; he hecho todo lo que he querido, he dicho todo lo que he querido. Ahora quiero saborear la muerte, y cuanto antes mejor.

Sólo hay dos posibilidades: que mi alma siga viviendo bajo otras formas, como dicen los místicos orientales; eso es muy emocionante, viajar con el alma libre del lastre del cuerpo. El cuerpo es una celda, tiene sus limitaciones. 0 quizá tengan razón los materialistas, y cuando muere tu cuerpo, muere todo. Después ya no queda nadie. Eso también es muy emocionante: ¡no ser! Sé lo que significa ser y ha llegado el momento de saber lo que significa no ser. Y cuando ya no soy, ¿qué problema hay? ¿Por qué me tendría que preocupar? Yo no estaré allí para preocuparme; de modo que ¿para qué perder el tiempo ahora?

Así es el hombre que se ama a sí mismo. Escogió incluso la responsabilidad de su muerte, porque el tribunal no tenía nada contra él; solamente era el prejuicio del público, el prejuicio de la gente mediocre que no podía entender la chispa de la inteli¬gencia de Sócrates. Pero eran la mayoría, y decidieron darle muerte.

No pudieron rebatir ni un solo argumento de Sócrates. Creo que ni siquiera entendían lo que les estaba diciendo, eran incapaces de responder. Y él destruyó todos sus argumentos. A pesar de todo, se trataba de una democracia; los ciudadanos decidieron que era peligroso y había que envenenarle.

¿Cuál era su delito? Su delito fue que «hace rebelde a nuestra juventud, los vuelve escépticos, se vuelven raros. Crea una brecha entre los mayores y los jóvenes. Ya no nos escuchan, discuten por todo, y es por culpa de este hombre».

Pero los jueces eran mejores que la gente corriente. Le dijeron a Sócrates:

-Te damos varias alternativas. Si te marchas de Atenas y prometes no volver nunca más, te podrás salvar de la muerte. Pero si quieres quedarte en Atenas, tendrás que dejar de hablar, en¬trarás en silencio. En ese caso, también podremos convencer a la gente de que te dejen vivir. Si no, la tercera alternativa es que mañana, al ponerse el sol, te tendrás que tomar el veneno.

¿Qué hizo Sócrates? Dijo:

-Estoy dispuesto a tomarme el veneno mañana u hoy, cuando esté preparado, pero no puedo dejar de decir la verdad. Si es¬toy vivo, seguiré diciéndola hasta mi último aliento. No me pue¬do ir de Atenas sólo para salvarme, porque si no, me sentiré como un cobarde que se asustó de la muerte, que se escapó de la muerte, que ni siquiera pudo tomar la responsabilidad de su

muerte. He vivido según mi propio pensamiento, sentimiento, ser; quiero morirme así también. Y no te sientas culpable. Nadie es responsable de mi muerte, soy yo el responsable. Sabía que iba a suceder, porque hablar de la verdad en una sociedad que se basa en la mentira, la decepción y la ilusión es tentar a la muerte. No culpéis a esta pobre gente que ha decidido darme muerte. Si hay alguien responsable, ése soy yo. Y quiero que sepáis que he vivido siendo responsable de mí mismo y que voy a morir siendo responsable de mí mismo. Mientras vivía, he sido un in¬dividuo. A la hora de la muerte, soy un individuo. Nadie decide por mí. Tomo mis propias decisiones.

Esto es dignidad. Esto es integridad. Todo ser humano debería ser así. Si la tierra estuviese llena de gente como ésta podríamos hacer que fuese tan hermosa, tan extática, tan abundante en todo...

Pero no hay individuos, de modo que te tienes que responsabilizar de ti mismo. Sólo serás capaz de hacerlo cuando empieces a amar todo lo que tú eres: la existencia te ha querido así. Si la existencia hubiese querido otro Jesucristo, lo habría creado. Ser cristiano, musulmán o hinduista es horrible.

Sé tú mismo, nada más que tú mismo, simplemente tú mis¬mo. Y recuerda que estás arriesgando mucho cuando declaras que eres tú mismo. No perteneces a ningún grupo, a ningún rebaño. Todos son rebaños: los hinduistas, los musulmanes, los cristianos, los comunistas. Te estás declarando un individuo, sabiendo perfectamente que es peligroso. Tal vez la multitud nun¬ca te lo perdone. Pero es tan bonito arriesgarse, caminar por el filo de la navaja, donde cada paso que das es peligroso. Cuanto más peligrosamente vives, más vives. Y es posible vivir en un instante toda la eternidad, si estás preparado para vivir con totalidad, arriesgando absolutamente todo.

No quiero que seas un hombre de negocios, quiero que seas un jugador. Y cuando estés apostando, juégatelo todo. No te guardes nada para después. Entonces, pase lo que pase, te trae¬rá grandes bendiciones. Aunque te conviertas en un mendigo, tu ser será mucho más majestuoso que el de un emperador.

La humanidad no puede caer más bajo. Pero ha caído; ha olvidado la risa que tienen todos los niños al nacer; ha perdido el camino hacia el bienestar y la integridad.

La puerta se abre en este mismo instante, siempre en el aquí y ahora, donde se cruzan continuamente la vida y la muerte. Has elegido orientarte hacia la muerte porque les interesa a los que están en el poder, y has olvidado que la vida va pasando mientras te ahogas en la tristeza.

Una vez, un discípulo le preguntó a Confucio cómo ser feliz, cómo ser dichoso. Confucio le dijo: «Estás haciendo una pregunta muy extraña, son cosas naturales. Una rosa no pregunta cómo ser una rosa.» En lo que se refiere a la tristeza y la desdi¬cha, tendrás mucho tiempo cuando estés en la tumba; entonces podrás ser desdichado a tus anchas. Pero mientras estás vivo, es¬tate totalmente vivo. De esa totalidad y de esa intensidad surgirá la felicidad y, sin duda, un hombre feliz aprende a bailar.

Queremos que toda la humanidad sea feliz, baile, cante. Entonces todo el planeta será maduro, su conciencia evolucionará. La conciencia de un hombre desgraciado, triste, no puede ser muy penetrante; su conciencia es débil, mortecina, pesada, oscura. Sólo cuando te puedes reír sinceramente desaparece toda la oscuridad como en un destello.

Cuando te ríes eres tu auténtico ser. Cuando estás triste cu~ bres tu rostro original con una falsa identidad que la sociedad es¬pera de ti. Nadie quiere que seas tan feliz como para ponerte a bailar en la calle. Nadie quiere que rías de todo corazón; si no, los vecinos empezarán a llamar a tu puerta: «¡Para!» El sufrimiento está bien; la risa es molesta. La gente desgraciada no puede tolerar que los demás no lo sean. El único crimen de la gente como Sócrates fue ser totalmente feliz, y su felicidad provocó mucha envidia entre las masas que vivían en la miseria. Las masas no pueden tolerar ver a la gente feliz, hay que destruirlos porque te inducen a una posibilidad de rebelión, y tienes miedo de la rebelión. Cuando un hombre se enamora de la rebelión va por buen camino.


Atentamente:

Un mistico espiritualmente incorrecto.

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